Yo soy de esas personas que en algún momento de su vida ha sufrido un bloqueo mental o emocional, por ejemplo, ante un examen o al hablar en público.
Cada vez que lo pienso me vienen recuerdos angustiosos de lo mal que lo pasé por entonces y la mella que hizo en mi autoestima y confianza.
Con el tiempo, averigüé qué me había hecho perder literalmente la cabeza y no dar pie con bola en las preguntas que tenía delante de mis narices o dudar de mis capacidades a la hora de hablar ante un público. Me había esforzado y había invertido tiempo en mi preparación y aún así, sentía que no había sacado lo mejor de mí en ese momento. Fueron momentos frustrantes porque los datos aparentemente informaban de que no me había esforzado lo suficiente o peor que eso, que no valía para estudiar.
Todo un despropósito de pensamientos -erróneos, ahora lo sé- que lo único que hacían era que me sintiera cada vez peor. Mis propias emociones me estaban boicoteando.
Por todo ello, me gustaría compartir con vosotr@s aquellas herramientas de gestión personal que me han ayudado a entender cómo funciona el cerebro, a aumentar mi inteligencia emocional y a cómo sacar el máximo partido al tiempo dedicado al estudio o preparación de una tarea. Y lo más importante, a creer en mí misma.
Acaba de iniciarse un nuevo curso escolar y estoy segura de que conocer este tipo de estrategias ayudarán a más de un@ a superar con éxito cualquier prueba que se le plantee. Y sobre todo, le enseñarán a lidiar con esas ocasiones en las que los resultados no son los que un@ espera.
Yo las pongo en práctica con mi hija y puedo comprobar cómo le ayudan a entender mejor el proceso de aprendizaje y a superar los obstáculos que encuentra por el camino. Así, de paso, refuerza su autoestima, seguridad y confianza en sí misma y, sobre todo, le motiva para no rendirse ante una dificultad.
Hay muchos recursos, trucos, herramientas, estrategias… (elige tú el nombre) que pueden ayudarnos a superar con éxito un examen, reunión, charla, etc. Yo describiré aquellos que he utilizado, utilizo y seguiré utilizando porque me han funcionado a la hora de lidiar con la difícil y retadora tarea de aprender.
Lo más aconsejable, antes de comenzar a utilizar estas u otras herramientas de autogestión, es llevar a cabo un ejercicio de autoconocimiento para descubrir lo que realmente le pone a un@ nervios@ o le hace dudar a la hora de desempeñar una tarea, sea la que sea. De esta forma, podremos adaptar cada herramienta a nuestras circunstancias (o la de nuestr@s hij@s) y ponerlas al servicio nuestros intereses.
Para entender mejor qué fue aquello que me pasó y por qué son tan poderosas las emociones, me gustaría hacer un pequeño resumen sobre la relación tan estrecha que existe entre las emociones y el mundo académico.
Las emociones son un conjunto de reacciones fisiológicas que modifican la conducta de un individuo en respuesta al ambiente. En otras palabras, surgen espontáneamente de nuestro interior ante una situación determinada y hacen que nos comportemos de una u otra forma.
Forman parte de nuestra naturaleza humana y operan inconscientemente. Este es un punto clave a tener en cuenta ya que tenemos que estar muy atentos (presentes y conscientes) de cómo es nuestro comportamiento y qué es lo que lo origina. Eso nos va a ayudar a reconducir la situación.
Bien, sigamos hablando de las emociones y de cómo debemos gestionarlas. Uno de los errores que solemos cometer cuando sentimos una emoción, especialmente si es de las que consideramos negativas, es intentar taparla con la intención de no sentirla, creyendo que así desaparecerá, o para evitar que otros la perciban y puedan ver nuestra vulnerabilidad (a la que le atribuimos connotaciones negativas, otro error). Hacer esto provoca un aumento de carga emocional que, tarde o temprano, por un sitio u otro va a salir de forma explosiva. Como si de un volcán en erupción se tratara.
Por este motivo, es muy importante atender nuestras emociones y escuchar qué información nos quieren transmitir para poder gestionarlas eficazmente. Esto nos ayudará a disminuir su intensidad, a liberar tensión y a pensar con más claridad.
Y para conseguirlo necesitamos hacer una PCR emocional:
- PERCIBIR (reconocerlas y ponerle nombre).
- COMPRENDER (mediante la integración de nuestra parte emocional y racional).
- REORIENTAR (dirigir y manejar la situación en nuestro beneficio).
Teniendo esto claro, podemos intuir qué papel juegan las emociones en nuestra vida y cómo su gestión puede ayudar o perjudicar la consecución de nuestros objetivos.
Una de las situaciones más estresantes que puede vivir un estudiante (de cualquier edad) es la de enfrentarse a un examen. Muchos son los factores que le van a condicionar en obtener o no los resultados deseados: la confianza en sí mismo, las habilidades intrapersonales e interpersonales, los conocimientos que tenga sobre la materia, su diálogo interior, su sistema de creencias y sus patrones de comportamiento. Todo ello bajo el influjo de las emociones.
Sabemos, gracias a la neurociencia, que el mundo de las emociones y el mundo académico están fuertemente relacionados.
Por ejemplo, el estrés y el miedo disminuyen la capacidad de memoria y el rendimiento de la persona en general; y, por el contrario, aprender con alegría, curiosidad y sorpresa ayuda a la obtención de mejores resultados.
“Si uno carece de Inteligencia Emocional Básica, cualquier cosa, estímulo o situación tira por la borda la inteligencia en distintas materias como matemáticas, lengua, idiomas, etc. El entrenamiento emocional es básico a la hora de dar lo mejor de nosotros mismos”.
-Profesor Francisco Mora-.
Si por un momento, hacemos un ejercicio de reflexión comparando nuestro estado emocional antes de realizar una actividad y el resultado obtenido, podemos llegar a la siguiente conclusión: a más tranquilidad, más confianza y más motivación el resultado va a ser más exitoso, que, si nos enfrentamos con estrés negativo (distrés), desmotivación y una falta de confianza en nosotr@s mism@s.
Ante la falta de una gestión adecuada tanto de nuestro mundo interior como de nuestras habilidades podemos vernos atrapados en dos tipos de bloqueos: el bloqueo mental (lo que conocemos coloquialmente como “quedarse en blanco”) y el bloqueo emocional, donde la emoción se adueña de tu ser (p.ej. en los niños puede ser una “rabieta”, en los adultos puede ser ansiedad, pánico, etc.).
Ambos bloqueos no nos permiten progresar, tan solo sobrevivir a la situación, impidiendo que obtengamos los resultados deseados.
Otra de las cosas que puede suceder es que nuestra salud se vea afectada.
Cuando sufrimos estrés continuado y desadaptativo se produce un desequilibrio en el sistema nervioso que se manifiesta de forma evidente, tanto a nivel físico (tensión corporal, dolor de barriga, tics nerviosos, palpitaciones, sudoración, problemas para conciliar el sueño, etc.), como a nivel psicológico (pensamientos limitantes, etc.) y de comportamiento (desorden alimenticio, etc.).
Por lo tanto, seremos mucho más inteligentes y sabremos cómo adaptarnos mejor a las circunstancias si conocemos nuestras emociones y sabemos cómo manejarlas constructivamente.
Cuando uno comprende se siente aliviado y libre para decidir qué hacer y cómo llevarlo a cabo.
Para finalizar, me gustaría recordar que no hay píldoras mágicas o atajos para obtener un aprendizaje de calidad. Por mucha estrategia que leamos o nos cuenten, si no hay compromiso, esfuerzo y trabajo duro en aquello que hacemos no conseguiremos sacar a flote todo nuestro potencial.
Me gustaría remarcar la importancia que tiene enseñarle a nuestr@s hij@s cómo manejar sus emociones y pensamientos a la hora de sacar partido a sus capacidades y decirles que ell@s juegan también un papel muy importante en su proceso de aprendizaje, ya que no son meros espectadores a la espera de que alguien le insufle los conocimientos. Son responsables de su aprendizaje porque su actitud también cuenta y mucho en la obtención de los resultados deseados.
Por eso, poniendo de nuestra parte y tomando las recomendaciones que la neurociencia nos ofrece podemos sacar un alto rendimiento de todo aquello que hacemos y disfrutar haciéndolo -ésta es la clave-.
La puesta en práctica de las herramientas de gestión que os recomiendo no sólo ayudará a obtener un mejor rendimiento académico, sino también mejorará la calidad de nuestra salud física, mental y emocional. No lo digo yo, lo dice la ciencia.
Cada persona es un mundo. Por lo tanto, lo que a uno le va bien, al otro no le encaja tan bien. Elige aquello que mejor se adapte a ti (y a tus hij@s). Crea tus propias herramientas y ayuda a tus hij@s a crear las suyas propias.
En próximas publicaciones, iré desgranando y explicando una a una esas estrategias que me ayudaron y me ayudan a dar lo mejor de mi misma y a ser eficiente en mis aprendizajes, así tendrás tiempo suficiente para ponerlas a prueba en primera persona o a través de tus hij@s e ir introduciendo cada semana una estrategia más dentro de la caja de herramientas personalizada.
La primera estrategia la titulo: “Cómo combinar de una manera eficaz los 2 modos en los que el cerebro aprende”.
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Gracias por leerme.
“No olvides que lo importante es el camino, no sólo el resultado”.