RosaMCOLMEIRO#inteligente-menteFeliz
En los últimos años y especialmente en este último año tan difícil, que está poniendo a prueba la paciencia y demás virtudes del ser humano, tengo la sensación de que la gente está cada vez más pendiente de “lo suyo” y que la sociedad es cada día un poquito más egoísta; además, parece que estamos olvidando la importancia que tiene en nuestras vidas practicar una de las cualidades más valiosas que posee el ser humano: la amabilidad.
Si realmente nos preocupamos menos los unos de los otros y tenemos la sensación de que nuestro comportamiento es más egoísta, quizá los adultos tengamos parte de responsabilidad a la hora de transmitir ciertos valores que no potencian lo suficiente la bondad y la preocupación por los demás.
Vivimos en un mundo que avanza a gran velocidad, y lo observamos a través de las lentes de la escasez, que nos hace verlo de una manera competitiva y peligrosa, más que como un mundo lleno de nuevas oportunidades y posibilidades para todos.
Quizá esta sea una de las razones por las que algunos padres prestan más atención a inculcar valores que promueven el logro personal y el bienestar propio, en detrimento de cultivar con la misma intensidad la amabilidad y la consideración hacia los demás.
Otra razón puede ser ver la amabilidad y la bondad como fuente de debilidad en un mundo tan competitivo.
Esto tiene que ver más con la idea equivocada de que si uno es bondadoso o amable es a la vez débil y falto de carácter. Nada más lejos de la realidad. Uno puede ser amable y respetuoso con los demás y, al mismo tiempo, defender sus propios deseos e intereses, y hacer valer sus opiniones.
La ciencia nos dice que fomentar la virtud de la bondad y la amabilidad en nuestros hij@s es clave para que puedan llevar una vida plena y feliz, ya que promueve relaciones sociales fuertes, incrementa el buen humor, disminuye los niveles de estrés y fortalece el sistema inmunitario, y además, les lleva a confiar más en las personas y, en definitiva, en la vida.
La amabilidad es el ingrediente clave que fomenta la positividad y ayuda a l@s niñ@s a sentirse mejor y esto es debido al incremento de los niveles de la serotonina en el organismo. Esta hormona influye en el aprendizaje, la atención, la memoria, la salud y el descanso. Todo ello les conduce a alcanzar sus objetivos y a un aprendizaje más amplio y, en última instancia, a una mayor creatividad y productividad.
Por lo que podemos decir que inculcar este tipo de valores en la vida de nuestr@s hij@s les va a ayudar a alcanzar sus logros y a disfrutar de un mayor bienestar personal, dos de las preocupaciones principales de muchos padres.
¿Cómo podemos educar a nuestros hijos en cultivar la amabilidad en todas sus versiones?
L@s niñ@s con sus sensibles radares captan con todo detalle cómo los adultos nos comportamos y nos relacionamos con los demás. Para ellos somos un espejo en el que mirarse y, por lo tanto, lo que hagamos va a repercutir en su forma de entender las relaciones y en su propio comportamiento con los demás.
Al final de la jornada escolar, solemos preguntar a nuestr@s hij@s sobre sus logros a lo lardo del día: ¿Ganó tu equipo? ¿Qué tal te ha ido la prueba o examen? ¿En qué puesto has quedado en la competición?
Estas son preguntas relacionadas única y exclusivamente con sus logros personales, y si queremos demostrarle que la bondad y el cuidado por los demás son tan importantes como sus victorias personales, debemos cambiar las preguntas o introducir unas nuevas. Y una de las preguntas clave es ¿qué has hecho hoy por ayudar a los demás?
Puede ser que, si no están acostumbrad@s a escuchar este tipo de preguntas, su atención a lo largo del día no recaiga en este tipo de acciones interpersonales y no sepan contestar con fluidez. Pero con el tiempo, poco a poco, irán contando -sin necesidad de formular la pregunta- qué cosas han hecho hoy por sus compañer@s.
Eso les llevará a buscar oportunidades para ayudar. Y les hará sentirse felices, ya que sus actos tienen significado y sentido para ell@s y son valorados por los demás como algo bueno y necesario.
Ayudar reconforta y provoca el sentimiento de que aportas e importas. Aportas ayudando a colocar esa pieza que falta en el puzzle de la amabilidad, y sientes que importas cuando alguien cuenta contigo porque sabe que tú estás dispuesto a colaborar.
A través de nuestro propio ejemplo, los padres podemos también compartir experiencias, tanto del pasado como de nuestro presente, en relación a cómo cultivar la virtud de la amabilidad y la ayuda a los demás.
Esta manera de compartir en familia experiencias da origen a momentos formidables de aprendizaje y les ayuda a entender y comprender nuestras motivaciones, nuestros aciertos y errores, al mismo tiempo que les ofrece un amplio margen de posibles acciones que ellos también pueden llevar a cabo con los demás.
Trabajando la bondad y amabilidad con nuestr@s hij@s también estamos colaborando para que tomen conciencia de sus actos y de sus consecuencias (responsabilidad social). Por un lado, les ayudará a ser más críticos con los malos comportamientos ajenos, y por otro, a valorar aquell@s compañer@s de clase que son amables y compasivos.
Este es un buen punto de partida para desarrollar amistades con niñ@s que comparten valores similares y alejarse de aquell@s que los pisotean –Stop bullying-.
Por otro lado, les enseñará el efecto potenciador por contagio que provoca el cultivar la amabilidad en sus vidas. Si actúas desde un estado de amabilidad y compasión, esto evoca amabilidad y compasión en los demás también.
La verdadera prueba de paternidad no es lo que logran tus hijos, sino en quiénes se convierten y cómo tratan a los demás.
“Desde la amabilidad es posible cambiar el mundo”.
Mahatma Gandhi
Yo soy #inteligente-menteFeliz