Las tecnologías son tan necesarias en nuestro día a día como lo es el uso inteligente que hagamos de ellas. Y pueden ser tan poderosas y útiles, como dañinas para nuestra salud física, mental y emocional si no se manejan adecuadamente.
Hace un tiempo leí una noticia donde decía que en China existen campamentos para niñ@s adict@s a internet. Me dejó impactada. En este país, la adicción a internet se considera un “trastorno clínico”, y debido al número de jóvenes adictos a la red -24 millones en el 2009-, se abrieron al menos 250 centros para que los padres puedan enviar allí a sus hijos y así recibir una terapia de “rehabilitación”.
¿Sabías que el fundador de Appel, Steve Jobs, limitaba a sus hij@s el uso de dispositivos electrónicos?
De hecho, una gran cantidad de directivos y propietarios de grandes compañías tecnológicas limitan el tiempo que pasan sus hij@s frente a una pantalla para evitar, entre otras cosas, que se conviertan en adict@s a estos artilugios tan poderosos. Es más, las personas que se ocupan de su cuidado firman un contrato por el cual se comprometen a no usar ningún tipo de dispositivo durante su jornada laboral.
Es curioso, ¿no? Que los creadores de todas estas plataformas y servicios tecnológicos tengan especial cuidado en cómo sus hij@s usan las nuevas tecnologías y desde qué edad comienzan a usarlas; y que nosotros, el común de los mortales, permitamos a nuestr@s pequeñ@s, incluso antes de que sepan caminar, utilizar pantallas con la finalidad, muchas veces, de tenerlos entretenidos para que no interrumpan, tal vez, nuestro propio tiempo de conexión.
No podemos olvidar que el mundo digital es un negocio, siendo su finalidad principal mantenernos enganchados y atrapar nuestra atención, que es uno de nuestros bienes más preciados.
Todo esto invita a realizar una profunda reflexión sobre las relaciones que nuestr@s hij@s tienen con las nuevas tecnologías y, ¿por qué no?, un profundo análisis de cómo los adultos estamos conviviendo con la tecnología, y qué ejemplo y mensajes estamos transmitiendo a nuestros hijos.
Desde el punto de vista de la neurociencia, todavía se desconoce el impacto total del uso de las tecnologías en el cerebro de l@s niñ@s. Hay evidencias que son contundentes y demuestran que un mayor tiempo de exposición a estos dispositivos está relacionado con mayores índices de miopía, déficit de atención, obesidad y depresión infantil, así como pérdida de facultades mentales como la atención, la concentración, la memoria y la rapidez mental, tan necesarias para el aprendizaje y la vida. ¡Casi nada!
Ahora comprendo por qué los magnates de esta industria alejan a sus hij@s de este tipo de dispositivos y realizan un estricto control sobre su uso.
El espíritu crítico, el autocontrol y el sentido de la responsabilidad dejan paso a golpe de “click” a la gratificación instantánea, la baja tolerancia a la frustración, y al “ahora o nunca”, lo que repercute negativamente en el desarrollo de la inteligencia y la felicidad de nuestros hij@s.
Me gustaría hacer hincapié en uno de los perjuicios que, a mi entender, conlleva un consumo excesivo de las pantallas: la desconexión del mundo real. Es tanta la información que recibimos y reciben nuestros hij@s a través de estos dispositivos –ruido digital– que nos hace evadirnos de nuestra realidad para formar parte de un mundo donde no somos más que títeres manejados al antojo de una gran industria.
Por otro lado, si están más pendientes de la Tablet o del móvil cuando están en familia o con amigos, se les está “escapando” la oportunidad de vivir y disfrutar de esa experiencia.
Estar conectados con la realidad hace que mejoren las habilidades sociales. Cualidades como la empatía, la compasión, la amabilidad, la gratitud, la interpretación de las emociones de los demás, etc. toman vida mientras nos relacionamos.
Desconectar de las pantallas conduce a conectar con uno mismo: con la creatividad, con la motivación, con la reflexión, con la curiosidad, etc. y surgen las preguntas, aparecen inquietudes, deseos, etc. En definitiva, desconectar activa la mente.
Virtudes como la templanza, la fortaleza, la responsabilidad y el autodominio, entre otras, son necesarias para manejarse adecuadamente dentro de este mundo tecnológico.
Los medios y los dispositivos digitales forman parte de nuestra realidad. Las ventajas que nos ofrecen, si se utilizan de manera moderada y apropiada, pueden ser muy interesantes para gestionar nuestro día a día, pero nunca cumplirán la función fundamental de promover el aprendizaje y el desarrollo integral de los niños como lo hace la familia, los amigos y los educadores.
Eduquemos a nuestr@s niñ@s y jóvenes pensando en su Bienestar Digital, fomentando buenos hábitos para que así puedan disfrutar de una relación sana y responsable con la tecnología.
Yo Soy #inteligente-menteFeliz
No te pierdas el post de la próxima semana dónde os explicaré “Las diez reglas básicas para gestionar el Bienestar Digital Familiar”.
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