Este post forma parte de una serie de publicaciones en las que hablo de herramientas básicas de estudio que pueden ayudarnos a sacar el máximo partido a nuestras capacidades.
La introducción y el por qué es necesario gestionar tanto las emociones como nuestras habilidades lo he explicado en el post “¿Cómo evitar que las emociones boicoteen tu rendimiento académico?”, el cual recomiendo leer porque explico alguna cosilla a tener en cuenta antes de poner en práctica las herramientas que propongo.
En primer lugar, me gustaría decir que estas técnicas de trabajo tienen una explicación científica más profunda de lo que aquí doy a conocer. Me he tomado la licencia de traducirlo a palabras más sencillas, primero, para entenderlo yo y, segundo, para poder explicarlo a los demás.
Dicho esto, vamos a ver cuáles son esos 2 modos de aprendizaje que usa el cerebro y cómo nosotros podemos combinarlos para ser más eficientes.
Nuestro cerebro combina dos redes de trabajo:
Por un lado, tenemos la red que trabaja en modo enfocado, la cual usamos cuando realizamos una tarea que requiere una concentración plena para poder entenderla y memorizarla. Por ejemplo, aprender a conducir, aprender vocabulario nuevo, un nuevo teorema de matemáticas, una canción para guitarra, elaborar una redacción, un trabajo manual, etc.
Y, por otro lado, está la red que trabaja en modo difuso o relajado que entra en acción cuando realizamos cualquier otra actividad que no necesita una concentración absoluta, porque el desempeño que requiere la tarea ya lo tenemos más que interiorizado y automatizado. Por ejemplo, cuando te duchas no estás pensando qué acción tienes que hacer en cada momento. Lo haces automáticamente: abres el agua, te colocas debajo de la ducha, después te pones champú en el pelo, jabón en el cuerpo y quizás cantes al mismo tiempo, y hacer todo eso no requiere que pienses cada segundo en el paso siguiente que debes dar para ducharte correctamente.
La Dr. Bárbara Oakley (profesora e investigadora de la Universidad de San Diego, California) explica que para aprender eficientemente es necesario conocer y combinar ambas redes de trabajo de manera consciente. Y añade, que esta combinación nos ayudará y mucho en la compleja tarea de aprender y manejar nuevos conceptos, los cuales necesitaremos para aprobar ese examen tan difícil o retador que tenemos por delante.
Además, destaca que existe la creencia de que sólo aprendemos cuando estamos concentrados. Pero esto no es del todo cierto.
El cerebro sigue aprendiendo mientras descansas, después de estar un tiempo muy concentrado en una materia o tarea; y lo hace en segundo plano, a nivel subconsciente.
Al pasar del modo focalizado al relajado, permitimos a nuestra mente que realice asociaciones, conexiones y actualizaciones varias para poder gestionar la información recibida. Así, cuando retomamos la tarea principal solemos ver con más claridad y entendemos mejor aquello que en un primer momento nos resultaba más complicado. Y, quizás, podamos a gritar ¡EUREKA! como nuestro querido Arquímedes (que por cierto, llegó a la solución de su problema disfrutando de un baño, mientras su cerebro ponía en práctica el modo relajado de trabajo).
Por lo tanto, combinando estas dos redes de procesamiento de información somos mucho más eficientes y el aprendizaje es mucho más profundo porque se asienta de una manera sólida en la Memoria a Largo Plazo (MLP) y, cuando la queremos recuperar lo hacemos sin dificultad.
La ciencia ha demostrado que cuando tienes que asimilar algo nuevo y especialmente difícil para ti, combinar estas dos modalidades te va a ayudar a aprender de una manera inteligente y efectiva, además, evitará que te saturares y te frustres por el camino.
Ahora bien, vamos a hablar de cómo esa nueva información se asienta en tu memoria y qué sucede en tu cerebro mientras esto pasa.
Cuando aprendemos algo nuevo se producen nuevas conexiones neuronales a las que hay que dar un tiempo para que se fijen y se fortalezcan, con la finalidad de formar un patrón de aprendizaje. Es como construir un edificio. Necesitas cada día montar un nuevo andamio para ir poco a poco colocando ladrillos y cemento. Hay que dejar que ese cemento se endurezca y fortalezca para que la estructura no se colapse y se desplome.
Con la construcción neuronal pasa algo parecido. Necesitamos darle tiempo para que los conocimientos se afiancen. Eso sí, tiempo no significa leerlo una vez y por arte de magia integrarlo en nuestra memoria para siempre. Tiempo significa, que cada día trabajas un poco en ese aprendizaje (modo focalizado) y permites, entre sesión y sesión (modo difuso o relajado) que el nuevo conocimiento se afiance.
Es como ir al gimnasio para conseguir un cuerpo tonificado. No se consigue de un día para otro, tendrás que dedicarle tiempo, entrenamiento y descanso para que los músculos se vayan adaptando poco a poco y vayan ganando fuerza. De nada sirve dedicar un día solo a tonificar tu cuerpo si el resto de la semana no haces absolutamente nada.
El cerebro es un músculo, igualmente, que necesita entrenamiento, práctica y tiempo de descanso para integrar y organizar el conocimiento.
A modo de curiosidad, pondré un par de ejemplos de dos famosísimas personas que ya utilizaban hace muchos años esta estrategia para realizar sus magníficas obras y descubrimientos que han llegado hasta nuestros días: Dalí y Thomas Edison. Ambos, cuando estaban concentrados en algo nuevo en lo que querían trabajar, después de estar un buen rato con una concentración máxima, pues la tarea requería una atención plena (modo focalizado), desconectaban haciendo una parada técnica. Ambos se relajaban en una silla y sostenían un objeto entre sus dedos. Dalí, unas llaves y T. Edison, unos rodamientos. Relajaban su cuerpo y su mente durante un tiempo (modo difuso) y cuando estaban a punto de dormirse, el rodamiento y las llaves caían al suelo y el ruido les hacía recobrar de nuevo la consciencia.
Con esta interrupción, rebajaban sus ondas cerebrales haciendo que el nuevo conocimiento/problema/tarea en el que habían estado trabajando tan concienzudamente se asentara, permitiendo al subconsciente hacer su trabajo. Esta secuencia la repetían tantas veces como fuera necesaria para sacar adelante su cometido de forma satisfactoria.
Como habrás podido comprobar, el subconsciente juega un papel primordial en el proceso de aprendizaje (tema que merece un capítulo a parte). Es muy poderoso y si le dejamos trabajar nos sorprenderá gratamente. Mientras la mente está en modo relajado, el subconsciente trabaja en segundo plano para ofrecerte un nuevo enfoque una vez que te pongas de nuevo manos a la obra con el tema objeto de estudio.
Poniendo en práctica esta y otras estrategias, llevamos a cabo un método de estudio planificado y eficaz, haciendo trabajar al cerebro de una manera ordenada, permitiendo que realice la construcción de un nuevo edificio de información con una base sólida.
Mi experiencia poniendo en práctica de forma deliberada esta herramienta es más que positiva. Yo creía que si me tomaba un descanso durante la preparación de un examen o de cualquier otra actividad que requiriera mi concentración absoluta, era una pérdida de tiempo. Y mira por dónde, es todo lo contrario y además, muy necesario hacerlo.
No lo digo yo, lo dice la ciencia.
Esta herramienta no sólo la pongo en práctica para aprender una nueva materia, también la utilizo, por ejemplo, cuando escribo un texto como este o estoy haciendo un trabajo creativo.
Cuando me enfrasco en una tarea un poco compleja, suele pasar que me siento saturada y me cuesta sacar ideas nuevas o dar solución a un posible problema. Antes me preocupaba y me agobiaba no tener ideas o palabras para escribir y me frustraba. Ahora no. Ahora, lo primero que hago es que me tomo un descanso (juego con mi perro en el jardín, doy un pequeño paseo, ordeno algo pendiente, medito, etc.) creyendo firmemente que en otro momento, cuando permita a mi mente relajarse, encontré lo que estaba buscando. Y por ahora, lo he conseguido.
Permitir que el cerebro se oxigene y repose la información que estás intentando aprender, cambiando de modo de pensamiento, es fundamental para que pueda luego pensar con claridad y te ayude a finalizar tu trabajo con éxito.
Esta estrategia se la he explicado a mi hija y ahora entiende un poquito más cómo funciona su cerebro y cómo debe proceder para que algo nuevo se quede en su cabecita por largo tiempo.
Cuando tiene un examen, intento que los días previos trabaje los conceptos nuevos combinando estas dos redes mentales de trabajo. También, le ayudo a poner en práctica la Técnica de la Repetición Espaciada. Aprovecho distintos momentos del día para preguntarle sobre los conocimientos nuevos y, especialmente, antes de dormir. Mientras dormimos suceden muchas cosas en nuestro cerebro y una de ellas es que el conocimiento se afianza (“Atrapa tus Zzzs: la importancia de un buen descanso”), así que, es muy recomendable, antes de dormir, hacer un breve y rápido repaso de lo aprendido durante el día. Durante su descanso nocturno, el subconsciente hará su trabajo y esa nueva información seguirá estando al día siguiente, más fortalecida. La Repetición Espaciada es una excelente estrategia para aumentar la capacidad de memoria.
Ahora necesita mi ayuda para aprender de manera eficaz pero más adelante lo hará ella sola, y seguro que sin darse cuenta, porque lo habrá aprendido y se convertirá en un hábito de estudio para siempre.
Porque funciona y su cerebro se lo recordará.
Mi Consejo: programa sesiones de trabajo donde estés al 100% concentrad@ y, sí o sí, descansa entre sesión y sesión sin sentirte culpable, pensando que estás perdiendo el tiempo. Recuerda, es necesario para tu aprendizaje. Da un paseo, baila tu canción preferida, toma una pequeña merienda, disfruta de una ducha, cierra los ojos y descansa, etc. elige lo que mejor te encaje en ese momento. Y luego, vuelve al trabajo. Estarás combinando los dos modos de aprendizaje y tu cerebro tendrá tiempo de asimilar conocimientos nuevos.
¡Respirar aire fresco es una de las mejores opciones!
Advertencia: Ten cuidado de no atiborrarte con sesiones largas y poco productivas, el cerebro colapsará y tendrás la sensación de haber pasado el tiempo sin aprender nada nuevo.
Para ayudarte a planificar tu estudio, te recomiendo una de las herramientas más eficaces que existen: “La Técnica del Pomodoro”. Para los que no estáis familiarizados aún con esta técnica, aquí os dejo el enlace al post que escribí hace ya algún tiempo.
Muchas veces creemos que es nuestra capacidad la que falla y, la mayoría de las veces, el fallo está en la forma en la que planificamos y ejecutamos la preparación de nuestra tarea. Si conocemos cómo funciona el cerebro, entenderemos mejor nuestros fallos y podremos encontrar una solución eficaz a nuestro problema.
Hay que entender que el aprendizaje conlleva momentos de concentración y otros de descanso. Hay personas que son más rápidas que otras y no sienten la necesidad de poner de forma consciente esta estrategia en práctica, aunque haciéndolo el aprendizaje se adquiere de una forma más profunda y duradera.
El objetivo es aprender bien y disfrutar haciéndolo, no ser el más rápido.
En breve publicaré la siguiente estrategia básica para que puedas sacar el máximo partido a tus capacidades: la “Técnica de la Repetición Espaciada”. ¿Por qué puede ayudarte y cómo?.
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Gracias por leerme.