RosaMCOLMEIRO#inteligente-menteFeliz
La técnica del Pomodoro se puede usar en otros contextos diferentes del educativo, por ejemplo, en tu día a día con tus propios cometidos y, también, puede ser muy útil para incentivar y motivar a tus hij@s a llevar a cabo una tarea que en un principio no les gusta o no les apetece realizar.
Por ejemplo, yo la utilizo cuando entro en la habitación de juegos de mi hija y parece todo menos una habitación de juegos (no sé por qué tiene esa manía de dejar todo tirado por el suelo cada vez que finaliza una actividad. Será porque quiere mostrarle a su cerebro todas las posibles opciones de juego).
El problema viene cuando después del primer impacto visual le digo que tiene que poner orden en su leonera. La pobre no sabe por dónde empezar. Yo tampoco sabría. Entonces dispongo un temporizador (suelo pedirle que use su reloj digital, eso le motiva, ya que es ella la que fija el tiempo que de forma sutil le indico -10 minutos-). Después de ese tiempo, establecemos un descanso de 5 minutos para bailar, cantar o tocar la guitarra. Y si hace falta un poquito más de esfuerzo para dejar la habitación decentemente presentable, hacemos otra ronda, que suele ya ser la definitiva. El trabajo se vuelve mucho más manejable y no se ve como algo abrumador o pesado al hacerlo por intervalos.
Y una vez que la habitación está “preciosa” (como suele decir mi hija) se toma un merecido descanso y refuerzo su conducta con unas palabras reconfortantes hacia su esfuerzo y el trabajo bien hecho. Ella lo ve como un logro conseguido y puede sentir su propia satisfacción por haber logrado el objetivo marcado.
Personalmente yo la he usado para introducir el hábito de la “atención plena” en mi vida. Al principio me costaba un mundo y no me atraía nada el tener que estar durante unos minutos con la mente tranquila y haciendo todo lo que me decía el audio de la meditación guiada. Pero, poco a poco, me he dado cuenta de que me cuesta menos ponerme a practicar, mi mente se distrae menos y disfruto de los beneficios, lo cual me reconforta y me anima a continuar. Y ahora ya es mi cuerpo el que me avisa de que es hora de meditar un poquito (hábito integrado).
En este caso, la Técnica del Pomodoro la he adaptado a este tipo de actividad y no medito 20 minutos -soy “demasiado” principiante-, pero cada vez voy subiendo un poquito más mi tiempo de retiro mental.
También la he usado para integrar el hábito de hacer todos los día ejercicio físico por mi cuenta o ponerme con mis clases de italiano. Y me está ayudando un montón.
A veces la más simple de las soluciones es la más efectiva. La próxima vez que tú o tus hijos os estéis estrujando la cabeza con una tarea que os resulta difícil o pesada de hacer, anímate y anímalos a usar esta estrategia y, como si de un experimento se tratara, observa lo que sucede. Quizá te sorprendan los resultados y, lo más importante, quizá tu hij@ lo vea como una manera inteligente y efectiva de afrontar nuevos retos.
¡Planifica tus Pomodoros!